Cueva Palomera


Hace meses nuestro amigo  Jaume Franch nos hizo una crónica de su visita a Cueva Palomera. Tal vez por eso, decidimos organizar una excursión que nos deparó alguna sorpresa musical. Esto contaba entonces: "Una visita a Ojo Guareña que nos deja con la boca abierta

 

Por fin se puede visitar las cuevas de Ojo Guareña, uno de los mayores complejos cársticos de España, con más de 110 km. de galerías cartografiadas. Lo que podría ser un atractivo turístico de primera magnitud, como lo son las cuevas de Postojna en Eslovenia o las de El Soplao en Cantabria, ha estado cerrado al público y sólo podían disfrutar de ello algunos elegidos. Con muchos lustros de retraso y muchas precauciones, ahora ya son visitables.

 

Después de esperar tantos años, tiempo me faltó para reservar una visita. Las visitas se realizan en grupos reducidos de como máximo 25 personas. En este caso éramos 11. Nos acompañaban dos guías, que con sus explicaciones nos enseñaron gran variedad de cosas, desde el punto de vista geológico, biológico, turístico e incluso historias y leyendas de las cuevas.

 

El complejo tiene catorce entradas. Nosotros accedimos por uno de los más sencillos, Cueva Palomera. Desde ahí entramos al nivel 4 de los 6 niveles de profundidad que ha ido forjando el agua a su paso durante millones de años. Enseguida nos dimos cuenta de lo que para mi es más fascinante del complejo: su grandiosidad. Todo es enorme. Galerías que parecen túneles del metro por su longitud, anchura y altura. Salas donde podríamos meter catedrales enteras o jugar partidos de fútbol. E infinidad de galerías laterales que hacen del complejo un auténtico laberinto.

 

La visita es muy poco intrusiva con el medio. Prácticamente no se ha hecho ninguna obra en el interior, con lo que se visita la cueva tal como es, virgen. Tampoco se ha dispuesto de iluminación interior como en la mayoría de cuevas turísticas. Cada uno lleva un caso y un frontal para iluminar. Así se puede contemplar, después de caminar casi un kilómetro, la Sima Dolencias, otro de los accesos de la cueva y por donde entra el agua después de lluvias (no era el caso). Posteriormente pudimos asombrarnos ante la majestuosidad de la Sala Edelweiss, o con las variadas formaciones de geomorfológicas de la Sala del Cacique o el Museo de Cera. Ciertamente, las formaciones son preciosas, aunque no tan abundantes como en otras cuevas (lo que es lógico ya que el paso del agua ha impedido su crecimiento en muchos puntos).

 

El total del recorrido interior es de 2.5 km, las dimensiones por la longitud de las galerías, la grandiosidad de las salas y la infinitud de túneles. Y aunque no haya formaciones en buena parte del recorrido, cuando las hay son de gran belleza. La presencia de agua ya sea en forma de pequeños lagos cuando se alcanza el nivel 4 a la entrada de Palomera, o de charcos con fauna endémica en otros puntos, también le da un toque mágico. En definitiva, una visita que bien merece la pena. Espero que esto sea sólo el principio de lo que puede ser un foco turístico de primera magnitud para la Comarca de las Merindades".